¿Cuánta flexibilidad es suficiente?


En otros artículos, hemos tocado el tema de la flexibilidad con respecto al yoga, la idea de que muchas personas consideran que esta es la principal o única cualidad física que se trabaja al practicar las asanas, y que esto puede causar confusión o desmotivación en algunas personas para acercarse a la práctica, especialmente en esta era de las redes sociales donde cada vez pareciera que competimos por tener la foto más espectacular en el medio.

 

Sin embargo, esto abre un campo muy interesante de estudio para nosotros los instructores y practicantes de las Yoga Asanas, ¿cuánta flexibilidad es necesaria para tener salud y calidad de vida?

 

Esto puede ser algo complicado de definir en un principio, especialmente si solo nos basamos en las imágenes de libros o redes sociales dedicadas al yoga, donde lo común es encontrar posturas que francamente están más cerca del contorsionismo que de las asanas, y esto puede hacernos pensar que “no estamos suficientemente saludables por no tener ese nivel de flexibilidad” o, una idea más complicada aún “solo cuando alcancemos esa posición corporal, estaremos realmente saludables”.

 

Aclaremos este punto primero.

 

De entrada, es necesario que definamos apropiadamente algunos conceptos: Flexibilidad, fuerza, estabilidad y Movilidad.

 

Entenderemos flexibilidad como la capacidad que tiene una articulación para poder moverse en su rango de movimiento, esto depende de muchísimos factores, la rigidez de los tendones y ligamentos, la capacidad de los músculos para traccionar en una dirección y para relajarse en la otra, y la capacidad del sistema nervioso para poder reconocer los puntos seguros de movimiento y reportar dolor en caso de lesionar.

Mientras mayor flexibilidad haya, más se puede mover una articulación.

 

La fuerza, se refiere a la capacidad que tiene un músculo para contraerse en contra de algún tipo de resistencia, ya sea el peso corporal, una carga externa, o simplemente el mantener al cuerpo en una posición particular.

 

La fuerza y la flexibilidad son complementarios uno del otro, y de cierta forma, son también antagonistas uno del otro, mientras más fuerza puede ejercer un músculo, normalmente ese rango de movimiento tendrá menos flexibilidad, y visceversa, mientras más flexible es una articulación, menos fuerza podrá ejercer.

 

Con un entrenamiento adecuado, podemos desarrollar ambas cualidades de una manera funcional, que nos ayuden a generar Estabilidad y Movilidad.

 

La estabilidad se refiere a la capacidad de nuestras articulaciones de mantenerse en una posición particular, generalmente la que genera menos desgaste, y nos permiten mantener una mejor postura o ejercer más fuerza para levantar algunos objetos.

 

La movilidad se refiere a la coordinación que tienen nuestras articulaciones para moverse en conjunto, y esto se traduce en los movimientos que podemos realizar de manera segura en nuestra vida cotidiana, como agacharnos, caminar, levantarnos, saltar, correr, etc. etc.

 

Entonces, cuando hablamos de tener calidad de vida y salud, en realidad no estamos hablando solamente de flexibilidad, ya que como mencionamos anteriormente, si únicamente entrenamos o nos enfocamos en la flexibilidad, estaremos generando más inestabilidad en las articulaciones y menos capacidad de ejercer fuerza,

 

Si llegamos a un punto donde podemos mover cada articulación en su rango funcional de movimiento, y que podamos ejercer suficiente fuerza muscular en ese rango, como agacharnos al suelo para levantar un objeto por ejemplo, estaremos hablando de un verdadero balance entre fuerza y flexibilidad, entre estabilidad y movilidad, esto es lo que de verdad nos va a generar salud y calidad de vida, mejorando nuestra funcionalidad y disminuyendo el riesgo de lesionarnos.

 

Entonces, en pocas palabras, no necesitas ser tan flexible para tener salud, y el que lo seas, tampoco representa en automático que tendrás mejor salud.

 

Si esto último es nuestro objetivo principal, entonces más bien debemos enfocarnos en generar estabilidad y movilidad en el cuerpo.

 

Conoce a tu cuerpo, porque todos somos diferentes.

 

Otro punto importante, es que debemos recordar que todas las personas tenemos cuerpos MUY diferentes, llegamos a un punto donde cada forma diferente de cada hueso, el tamaño o grosor de cada articulación, incluso nuestra altura o tamaño de cada segmento corporal, nos ayudará a definir hasta dónde es nuestro rango normal de movimiento para cada articulación.

 

Esto quiere decir que, aunque de pronto veamos imágenes de personas con una flexibilidad impresionante, no quiere decir que cualquier persona pueda llegar a esos rangos incluso con entrenamiento.

 

Existe un cierto grado de flexibilidad que puede entrenarse, que depende principalmente de la capacidad de los músculos para relajarse, mientras menos señales de protección se envíen por parte del cerebro a una determinada articulación, en general, los músculos darán un poco más de sí para aumentar el rango de movimiento, esto es lo que normalmente tratamos de entrenar al hacer un ejercicio o postura enfocados en la flexibilidad.

 

Pero llegado cierto punto, ya no serán los tejidos blandos los que limiten el movimiento, sino que literalmente, habremos llegado al tope de la articulación cuando choquen hueso con hueso, es decir, dependiendo de la forma y posición de nuestros huesos, algunas personas tendrán mayor rango de movimiento en ciertas direcciones que otras personas, y esto, no lo podemos cambiar con entrenamiento físico, ya que es un tejido sólido.

 

Es decir, literalmente no puedes mover más esa articulación sin lesionarla (o en este caso sin romper el hueso o los ligamentos de esa zona).

 

Esto puede ser un poco complicado de escuchar en un ámbito donde quisiéramos que todos pudieran desarrollar su máximo potencial en todo lo que hagan, pero recordemos que esta manera tan competitiva de pensar que tenemos en occidente, donde cada vez queremos ir más lejos, más fuerte, más rápido, no forzosamente es la misma que podemos usar en la práctica de las yoga Asanas.

 

Lo que realmente queremos es generar suficiente conciencia corporal para que la persona de verdad reconozca su movilidad normal y adecuada para su cuerpo, entendiendo que cada persona tiene sus propios límites, objetivos, posibilidades, y que honrarlos es la mejor manera de avanzar, quizás no en la misma dirección que los demás, pero si en la dirección que le pertenece a cada persona.

 

Entonces… ¿No pasa nada si no logro hacer un hanumanasana (split), postura de loto, o uttanasana sin doblar las rodillas?

 

No. No pasa nada, no son movimientos necesarios o indispensables para una buena práctica física.

 

Hay veces que tanto como instructores y practicantes, debemos empezar a hacernos la pregunta, ¿cuánta flexibilidad necesito en mi vida diaria? Y si una postura en particular realmente me va a ayudar a desarrollarla.

 

Nuevamente, esto no quiere decir que esté mal buscar este tipo de posiciones, especialmente cuando hablamos de que cada persona tiene objetivos diferentes, habrá personas con mucho mayor flexibilidad natural, que puede que se sientan atraídos por intentar esto al menos una vez, y mientras sean entrenados y guiados por un instructor que tenga un conocimiento profundo de los métodos de entrenamiento físico, anatomía, biomecánica, pueden avanzar bastante y de manera muy segura.

 

Pero no todos tienen este mismo objetivo, y muchos, especialmente si son orientados de una manera inapropiada, pueden terminar lesionados por tratar de ir más allá. Sin ir muy lejos, una de las lesiones más comunes en el yoga es el desgarro del músculo isquiotibial, es decir, el músculo de la parte posterior de la pierna, y la causa más común de este desgarro, es cuando el instructor trata de ayudar a “profundizar” al alumno en la postura de pinza (pashimottanasana) jalandolo, apoyándose en él, o empujándolo, lo que mezclado a una mentalidad muy competitiva, un desconocimiento de los métodos de estiramiento gradual, y una buena intención sin suficiente información por parte del instructor, desencadenan este tipo de situaciones.

 

Y en realidad, esto no siempre es totalmente culpa del profesor, ya que hoy en día nos hemos dado cuenta que la manera clásica en que se enseñó durante muchos años la práctica de las asanas, fue muy militarizada, con el objetivo de llegar a una posición corporal independientemente del dolor o las sensaciones, y, evidentemente, con poco o nulo conocimiento de anatomía y biomecánica reales.

 

Esta manera de enseñar y de sobrevalorar la flexibilidad se fue pasando de generación de maestros a generación de maestros, pero no es hasta este boom que ha tenido la práctica en los últimos años que empezamos a ver los problemas que conlleva este tipo de preparación.

 

Esto, como les comento, debe ser más bien un punto de reconocimiento y de partida, un incentivo para que sigamos estudiando y preparándonos cada vez más, para poder seguir haciendo esta práctica que tanto nos puede ofrecer de manera práctica, segura y eficiente, tanto para nosotros como para nuestros alumnos.

 

Pero entonces… ¿Cuánta flexibilidad es suficiente?

 

¿Puedes sentarte en el suelo?

¿Puedes levantarte y ponerte de pie después de estar sentado en el suelo?

¿Puedes agacharte a recoger algo del suelo con facilidad y sin dolor?

¿Puedes cortarte las uñas de los pies o abrochar tus agujetas del zapato sin problema?

¿Puedes levantar tus brazos para colocar algo en una repisa elevada?

 

Si tus respuestas son positivas a estas tres preguntas, ya tienes suficiente flexibilidad para tener buena calidad de vida, sin embargo, si alguna de estas es negativa, entonces, si vale la pena que hagas algún entrenamiento bien balanceado para mejorar tu flexibilidad.

 

Algo importante que siempre hay que recordar, la flexibilidad funcional, es decir, la que necesitamos para poder hacer estas acciones, también requiere de un entrenamiento a la par de fuerza muscular, ya que recordemos que ambas se balancean, y para poder tener una adecuada movilidad, necesitamos de las dos.

 

En otros artículos tocaremos el tema de la fuerza muscular.

 

Para finalizar este artículo, quisiera recordarles que las yoga asanas tienen la finalidad principal de generar salud a nuestro cuerpo, pero lo hacen principalmente a través del desarrollo de la conciencia corporal, sentir cómo nos movemos, sentir donde hay rigidez, donde hay debilidad, donde hay inestabilidad. Y el solo hecho de empezar a darnos cuenta de estos puntos, es lo que realmente separa la práctica física de las yoga asanas de otros ejercicios. La conciencia.

 

Entonces, no te preocupes si nunca logras hacer un split, o si nunca logras llevar tu pie por detrás de la cabeza, en la mayoría de los casos estas posiciones no mejorarán ni tu movilidad ni tu calidad de vida, y en algunos casos, incluso la pueden empeorar, especialmente si las forzamos y ocasionamos una lesión.

Ve a tu ritmo, respeta a tu cuerpo, y no pierdas de vista tu objetivo… y para eso, pregúntate de vez en cuando: ¿Cuánto es suficiente para mi?.

 

 

Por: Elías Vázquez

 

 

 

 

 

 

 

 

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